miércoles, 3 de septiembre de 2014

De Tarija a Villa Abecia - Bolivia

25-8-14 

Amaneció nublado y fresco (y yo, con mi ropa nueva de verano..). Partimos con las primeras luces del día para seguir recorriendo la R1, con destino al lago Titicaca, esperando ver qué nos "disparará el distino", como decía Minguito Tinguitela (y con eso me deschavo la edad).

La ruta está en perfecto estado. A poco de tomarla, unos conitos en medio nos impiden seguir. Nos quedamos unos minutitos esperando el que suponemos es un control policial, cuando decido bajar y preguntar en una de las casillas al costado del camino. Encuentro a un policía sentado a un escritorio, como esperándome. Me dice que es un peaje, que debo ir a la otra caseta, pagar, y regresar para que me selle la "DDJJ".. Ah, bueno! Pago, y le llevo el ticket al policía, junto con la "DDJJ" (así llaman al formulario de "Salida y Admisión temporal de vehículos con fines turísticos", derivado del acuerdo argentino-boliviano, que nos dieron en la frontera). Lo sella, y salgo.


Al costado de la caseta, reparo en una lugareña que estaba sentada vendiendo roscas y galletas. En su regazo tenía una labor, y yo quería saber de qué se trataba. La tela era de color rosa fucsia y los dibujos de flores estaban remarcados con glitter dorado. Ella estaba recortando los centros, con lo que se asemejaba a una versión más fácil del "bordado Richelieu", salvando las distancias. Saco unas fotos y le compro algunas bolsas de masitas.

 mantel fucsia

Seguimos camino. A medida que vamos subiendo, la vista se hace más impresionante, al igual que las trepadas. Esta, indefectiblemente, no es una ruta para ansiosos y apurados. Llegamos al techo de nubes.

 
 techo de nubes

 



 
 vistas

Al acercarnos a los 2600 msnm, empezamos a sentir los síntomas inequívocos de un soroche en puerta. Pelo las Sorochipills, una para cada uno. El GPS se vé que también se apunó: desde que salimos de Tarija no hace más que recalcular y recalcular. Es que este tramo de la R1 sólo tiene 1 año y medio, y por eso el Bolirut (como el Mapear, pero de Bolivia) no la debe tener, por lo que para el GPS vamos literalmente, a campo traviesa.

Llegando a Paicho, comienza una planicie de altura, luego de un gran descenso. El GPS encontró la R1! Ahora estamos más tranquilos...............

Nos llaman la atención los perritos sentados al costado de la ruta, algunos incluso con medio cuerpo sobre la ruta, en tramos desolados del camino, lejos de algún pueblo, como si esperaran algo....

 perros en la ruta

La ruta, también acá, sin banquinas ni descansos de ningún tipo. Eso sí, este tramo es un poco más ancho que el primero que hicimos desde Bermejo a Tarija.

Pasamos varios pueblitos, y a lo lejos divisamos una iglesia que nos llama la atención. Corresponde a un pueblo llamado Villa Abecia. En la entrada preguntamos a un hombre que pasa si había lugar para maniobrar con la Morocha y su casita, y nos dice que sí. Preguntamos a qué se dedica el pueblo, y nos dice que a los viñedos. Decidimos entrar a conocer.

Frente a la plaza, está la Parroquia de Ntra. Sra. del Rosario

 
 
 
 
 parroquia

 
 plaza

 reloj de sol, que data de 1840

Conocemos a Daiana, licenciada en Turismo, oriunda de Villa Abecia, que nos hizo de guía personal. Nos llevó a recorrer dos pequeñas bodegas familiares: Bodega Cañón Colorado, con sus ricos vinos Cepas de Fuego, charlamos con su propietario el Sr. Weymar Rios Cavero, quien nos recibió muy amablemente y nos contó de su emprendimiento y su esfuerzo por hacer un buen trabajo cosa que, luego de probar sus vinos blanco y tinto Syrah, pudimos comprobar. Nos fuimos con la idea de que nos toca ahora a nuestra generación, dejarles el legado de estos oficios a nuestros jóvenes, para que estas artes no se pierdan.

 Sr. Weymar Rios Cavero
 

 
 

Sus viñedos

También visitamos la Bodega de la Villa, cuya propietaria Sonia Lopez nos sorprendió con su historia de superación personal, luego de una pérdida muy cercana, sin embargo no se doblegó sino que todo lo contrario, la impulsó a trabajar duro, esfuerzo que fue recompensado con un 2do premio al mejor Singani, en un certamen realizado entre los viñateros del Valle del Cinti. El Singani es el aguardiente típica de Bolivia, que se prepara con uva moscatel de Alejandría.

 Sonia Lopez
Sus viñedos
 

Es de destacar que los vinos de esta zona, son de producción ecológica, logrando la certificación IG (Indicación Geográfica), asegurando de esta manera que se trata de vinos producidos de forma artesanal y sin ningún tipo de aditivos químicos.

Por último, Daiana nos llevó al hostal y bodega Cepas de mi abuelo, cuya propietaria Zulma Baptista Daroca nos hizo una recorrida mostrándonos el hostal y el trabajo de restauración realizado en la propiedad, que sirve hoy de albergue para visitantes. La bodega se encuentra en un área alejada, y será objeto de visita durante una próxima estadía en Villa Abecia.

 Hostal Cepas de mi abuelo

Daiana nos presentó al Alcalde de la Villa, Jhonny Ortega Alzo, quien nos dio una calurosa bienvenida al pueblo, y nos hizo una reseña de las actividades que realizan sus habitantes: cultivo de la vid, frutales (durazno, ciruelo, guindas, olivos, nogales, palta, papaya, naranjos y limoneros, entre otros). El pueblo recibe visitantes principalmente en la época estival, cuando los cultivos están en su auge, y sus dos ríos están pletóricos, llenando las pozas naturales que invitan a un refrescante chapuzón. Hay pinturas rupestres y petroglifos incaicos, a los cuales se llega luego de caminatas de variada duración, que se realizan con guías locales. Sin olvidar las fiestas que se realizan durante todo el año.

 
 
 
 Villa Abecia

En la plaza están las vendedoras de comidas típicas.
vendedora

A la noche, cenamos ANTIPOLLO (brochettes de pollo asado) con mote (maíz), papines andinos y una salsa picaanteeee..., por Pb 4 cada plato ( $8)).

antipollo

A dormir felices.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario