miércoles, 3 de septiembre de 2014

Hacia Oruro

28-8-14 

Bueno, realmente fue una noche fría. Nos faltaba el aire, gracias al Soroche, y también debido a que se nos había ido el efecto de la pastillita. Pasamos frío a pesar de nuestras bolsas de dormir para -10°C , las gruesas frazadas de polar, y las bolsas de agua caliente.

Al día siguiente, nos levantamos cuando el primer rayo de sol apareció. Lavarse la cara fue un suplicio. De casualidad no se nos congeló el agua de los tanques (una noche en las termas de Fiambalá nos pasó). El agua mineral que teníamos parecía sacada del freezer. En fin, una noche fresquita. Desayunamos unos mates, poquitos... Nos dolía la cabeza, la nuca, nos faltaba el aire, cada movimiento que hacíamos teníamos que hacer una gran inhalación y descansar, teníamos ganas de irnos a dormir de nuevo, sentíamos el estómago medio rarito..... O sea: Soroche. Nos encajamos una pastillita cada uno, y en 5 minutitos estábamos recuperados. Salimos a sacar fotos.


 mirador panorámico

Fernando mira con los prismáticos, al fondo de la quebrada, una lugareña arreando unas vacas que iban caminando sobre el arroyo que estaba congelado!! Pucha que hizo frío anoche! (No hay foto porque eso no se veía a simple vista, sino con los binoculares).

Seguimos camino. Los pequeños arroyos que pasamos están todos congelados. Seguimos viendo cultivos y cultivos y cultivos sobre laderas inclinadas.

cultivos inclinados
Seguimos viendo a los pitufos bolivianos, que no son azules sino amarillos, al costado de la ruta. Calientan el macadám (alquitrán para el asfalto) sobre carretillas, hacen el fuego con paja, y luego lo echan sobre los pozos de la ruta.. Todo a mano! Es increíble verlos. Siempre que pasamos, los saludamos y ellos nos responden agitando sus manos.



pitufos bolivianos (amarillos)

Seguimos viendo guardarails destruidos y pitufos amarillos de piedra avisando de zonas peligrosas.

 
guardarails destruidos y pitufos amarillos de piedra

Vemos muchos corrales de llamas.

Paramos en Challapata, donde compramos más Sorochi Pills (nos quedan sólo dos). Nos cobran el doble que en Tarija!

Challapata

Estamos en una zona de vacas lecheras.

vacas

Empezamos a ver, a lo lejos, el lago Poopo.

lago Poopo

Entramos al pueblito que, según reza el cartel de entrada, tiene balneario y termas. No vimos nada de eso (debe ser en el verano, suponemos). También es un pueblo minero. Se vé porque están destruyendo los cerros.

Llegamos a Oruro. No queremos repetir la historia de Potosí, asique averiguamos. Aparentemente las calles son más anchas, y nos adentramos. El tráfico es tanto o más caótico que en Potosí, y las calles más rotas y llenas de lomos de burro sin avisos.. Ya nos empezamos a poner locos..
entrada a Oruro

Intentamos un acercamiento al centro.
centro de Oruro

Preguntamos a un policía por un parqueo. Nos indica y vamos. Se trata de una avenida alejada, donde está permitido estacionar... Pero nada más...

Imposible dejar la casa rodante ahí sola. Otra vez, decidimos irnos sin conocer Oruro. Esta vez es Fer el más damnificado, ya que quería conocer un par de museos al minero, que están bajo tierra. En fin, hoy le toca perder a él. Ayer me tocó a mí. Estamos a mano.

Seguimos hasta Caracollo, un pueblito tranquilo, donde nos aprestamos a pasar la noche, a las puertas de una iglesia bastante mal cuidada, pero con un campanario que me puede.


campanario de la iglesia.

Tengo dos versiones del nombre de la iglesia: Ntra Sra del Rosario, o Iglesia de San Andrés. No pude confirmar cuál es el nombre verdadero.

Al salir de la rodante, se nos acerca un señor, que nos saluda cordialmente y se presenta dándonos la mano. Nos pregunta de dónde somos, y cuando le decimos que somos argentinos, nos dice que "los argentinos son muy buena gente". El estuvo trabajando 5 años en Argentina, e hizo muchos buenos amigos. Nos cuenta acerca de La Paz, que actualmente es la sede del gobierno, y que es el centro industrial y financiero de Bolivia. Le preguntamos sobre un ciber con internet, y nos manda a uno a la vuelta. Nos despedimos dándonos otra vez la mano, y partimos, caminando tranquilos por las callecitas de Caracollo. El soroche no perdona.

Mientras escribo esto, los jóvenes del pueblo, pasan cerca de la casa rodante, y nos golpean la puerta. Salimos, y no hay nadie. Juguetones los chicos!

Mañana nos disponemos a ir a La Paz.

 

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