lunes, 8 de septiembre de 2014

Islas flotantes de los Uros e Isla Taquile - Puno, Perú

1-9-14  

Amanecemos 6 am. Hacemos fiaca 15 minutos, y nos levantamos para prepararnos para ir al muelle. Estamos a pocos metros.

Cuando llegamos al lugar de partida del barco, resulta que estabamos adelantados 1 hora!! Nos habíamos olvidado de cambiar los relojes.... O sea que llegamos a las 6.30 en lugar de las 7.30.

Bueno, hay que esperar. Aprovechamos para sacar fotos.

muelle de Puno






 
Faro 
 
El taquilense de la derecha es el capitán del barco donde navegaremos 
 
 
 Y comprar gorros coyas

 
.
 

A la hora señalada, vamos subiendo al barco cosmopolita: 3 texanos, 2 franceses, 2 italianos, 4 peruanos, varios locales de la isla de Taquile, con sus vestimentas típicas.


El peaje a la entrada de las islas flotantes de los Uros.


A poco de partir, y luego de pagar el peaje a los uros (...),  llegamos a una pequeña islita flotante. Una familia de locales, bien entrenados con el speech aprendido de memoria, nos hacen sentar en bancos de totora, donde nos explican cómo construían sus islas. En época de lluvias, cuando el lago crece, dejan que las raíces de las totoras floten, y así las sacan fácilmente. Con esas raíces hacen las bases de sus islas. Unen los bloques entre sí con estacas de eucaliptus unidas con sogas (hoy de nylon, antiguamente con sogas hechas de fibras vegetales). Luego de unir los bloques, los comienzan a cubrir con capas de totora, cruzadas entre sí, y luego sobre esa superficie firme, construyen sus casas, también con totora. Tardan 1 año en construir una isla. También construyen sus balsas con totora, ya que son pescadores. Se alimentan de pescado, patos, huevos.. Actualmente viven del turismo, ya que el estado no les da nada (me refiero a que no acceden a jubilación). Hacen algunas artesanías (tapices bordados con escenas de la vida diaria de los uros, o escenas religiosas), que luego, cuando visitamos otros mercados en Puno, dudamos de que fueran hechas por ellos.. Y por supuesto, el precio que pedían era muchísimo más alto que en los mercados de Puno.


 

 
Algunos del grupo dimos un paseito en una balsa de totora.
 


 
Luego, hicimos trasbordo a nuestro barco, que nos llevaría a la isla de Taquile, a unas 3 horas de Uro.
No se rian.

A lo lejos, ya se veía lo que luego daría que hablar.....

Luego de 3 horas de navegación, nos acercábamos a la isla Taquile, cuyos habitantes hablan el idioma quechua. Ya se ven las terrazas de cultivo que datan de la época de los incas, y que actualmente los taquileños siguen utilizando para la siembra de quinoa y cebada.
 
Arribando a la isla, donde los taquileños nos esperan.

 

Ellos usan estas vestimentas típicas. Tanto los hombres como las mujeres, se confeccionan su propia ropa y hasta los hombres se tejen sus sombreros y fajas, que utilizan para diferenciar diferentes estadios: casados, solteros, niños hasta 5 años, niños hasta 10 años, adolescentes solteros, adolescentes comprometidos, jefes de distinto rango, etc. Todo se puede saber sólo con analizar la forma en que llevan su sombrero, que ellos mismos tejen.

Son gente muy amigable, que gustan de compartir sus costumbres. Teníamos un guía, Jesús, que por su sombrero sabíamos que era un jefe.

La parte fea de la historia es que teníamos que subir hasta la plaza central... que estaba... allá arriba.... por un sendero que actualmente, y gracias a los ingresos derivados del turismo, han podido hacer de piedra. Antes era de tierra (o barro, en época de lluvia).


 
El sendero subía y subía..


A medida que subíamos, las vistas eran cada vez más impresionantes, dándonos la excusa perfecta para descansar y sobre todo, TOMAR AIRE!!

Las terrazas incaicas de cultivo

 
 

 

 
Los lugareños no utilizan animales de carga; son ellos mismos los que transladan todos los insumos necesarios para la vida en la isla.


Algunas lugareñas cobran si uno desea sacarles una foto. Esta sólo me sonrió muy alegremente.

Llegando a la plaza central.

 
Gran reunión en la plaza.  Mitín político.  En Octubre son las elecciones para alcalde.
 
Lugareñas hilando o tejiendo.
 
 
Sólo falta subir un poquito más, y ya estamos en el restaurant...  Nunca nada se logró sin esfuerzo........
 
 
 
Sopa de quinoa.

Algunos optaron por trucha con vegetales.
 
Otros elegimos omelette de quinoa.
 
 
Luego de la comida, nuestro guía, Jesús, nos explicó algunas costumbres de la isla.   Ellos mismos tejen sus sombreros y bolsas, donde colocan las hojas de coca.  Entre ellos no se saludan dándose la mano, ya que significa una ofensa; en cambio, se intercambian hojas de coca.  También usan las hojas de coca, cada mañana. Eligen las tres mejores hojas, y las ofrecen para tener un buen día.   Si tienen que trasladarse por el lago hacen lo mismo, pero esta vez ofrecen las 3 hojas a Cochamama (Cocha: agua.  Pacha: tierra...), pidiendo que las aguas se tranquilicen y les permitan hacer un buen viaje.  Las mujeres también tienen sus códigos, que expresan con los colores de sus faldas, y los colores de los pompones que usan.
 
Cuando terminamos la charla, había que volver al barco.. Esta vez, bajando....
 




 
 
Según nos cuenta Jesús, son 535 escalones. Los cuenta él mismo cada vez que baja.. Habrá que creerle.


Cada tanto, un descansito...  La comida aún está sin digerir.. y la altura amenaza.. (más de 3800 msnm).


 
 
A otros, les toca subir...
 
Este lugareño, bastante entrado en años, pero con una flexibilidad que Fer y yo envidiamos, subió al barco, se sentó a mi lado, me dió la mano presentándose, y me preguntó la hora.
Al ratito, saca de su gorro (se vé que era soltero, ya que sólo los casados pueden usar bolsas) tres hojas de coca... hace unos rezos, y se las ofrece a Cochamama...   Yo, miraba con incredulidad citadina..   El que sabe, sabe.  Y el que no, es patrón.. Ya lo veremos..
 
 
El viejito taquilense, luego de la - para mí - sorpresiva ceremonia, sacó sus agujas e hilos, y comenzó a tejer su sombrero nuevo...  Yo, maravillada, empezaba a extrañar mis agujas de crochet..  Se puso unas hojas de coca en la boca, y no paraba de mirar a la isla, tejer, mirar a la isla....  
 
El acompañante del capitán, también tejía con fruición.  Hacia el frente, se venía..  Los alemanes, texanos, franceses, y taquileños dormían como chanchos.  Los peruanos y los dos argentinos a bordo, no podíamos ni pensar en domir: estábamos atentos a la tormenta....
 

En esta parte, el lago parece mar abierto.



Se desencadena una flor de tormenta, con rayos y piedras que golpeaban fuertemente el barco.  El mar... digo, el lago, se empezaba a picar..
 
El barco comenzaba a hamacarse peligrosamente.  Fernando fue a hablar con el capitán ya que, en su carácter de timonel de yate a vela (retirado) jaja, sabía que no estaba tomando las mejores decisiones:  dejaba que las olas de más de 1 metro de alto golpeen sobre el costado del barco... lo cual es peligroso en cualquier embarcación, y más esta que tenía fondo plano.. 
 
 
Todos dormían plácidamente,menos los latinos, que formaban un racimo alrededor del capitán...
 
Pero al capitán no le entraban balas, asique comenzamos a mirar con cariño los salvavidas....   Fer trajo el dato justo:  éramos 31 pasajeros a bordo, y sólo había 18 salvavidas....
 
La vista desde popa.
 
 
Para colmo de males, el capitán ve un barco a la deriva, que pide auxilio.  Nos vamos acercando... A bordo, 4 ó 5 pasajeros franceses, más la tripulación.
 
 
Los remolcamos, y cuando se pudo, los pasajeros hicieron trasbordo a nuestro barco.  Ahi tuve la posibilidad de hablar con una francesa a la cual le pregunté qué había pasado. Me dijo que el motor de repente se paró, así nomás, en mitad de la tormenta, y el barco - lógicamente - al quedarse sin motor empezó a hamacarse peligrosamente...  No tenían radio ni ningún medio de comunicación para pedir auxilio. La piedra les había dañado los vidrios.  De casualidad pasamos nosotros. Estaba azorada.  Era gente grande..


Ya cuando entramos en la zona de totoras, las aguas se calmaron.
Mi amigo taquilense, podía continuar con su tejido.......



Llegamos a puerto ya entrada la noche. El barco no tenía luces!! 
Desembarcamos en silencio, cada uno a su casita..  Sólo alcanzamos a saludar a la pareja de filipina-italiano con los que habíamos charlado con motivo de la descompensación que sufriera ella al subir a la isla.

El capitán le dio las gracias a Fernando.  En realidad, habría que habérselas dado al viejito taquilense que con sus hojas de coca, había hecho que las aguas de Cochamama no se enojaran tanto con nosotros...

Al día siguiente, fuimos a la oficina de Información turística del centro de Puno, a pedir mapas (tampoco tienen mapas ruteros de Peruuuuuu!!), y les comentamos lo sucedido.  Nos miraban pensando que nos habíamos tomado una botella de chicha de quinoa...  No nos dieron ni un sol!

En fin...  cosas que pasan cuando uno reclama.

2 comentarios:

  1. Hola viajero,
    Llegamos a Lima y nuestro viaje una vez que terminemos en el Perú.
    También tuvimos un buen tiempo en Puno y en la isla de los Uros.

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